La localidad se consolida como escenario cinematográfico de referencia por sus singulares monumentos y orografía. Teñida del azul guardamarina característico del mar Mediterráneo y de cálidos naranjas y rosados en sus atardeceres, la belleza que atesora Peñíscola, dentro y fuera de sus antiguas murallas, es difícil de encuadrar en un plano.

Este municipio castellonense, con una población que no supera los 8.000 habitantes y cuya superficie se extiende a lo largo de 79 kilómetros cuadrados, demuestra que no son las cifras las que ostentan la verdadera grandeza. 

Declarado uno de los pueblos más bonitos de España en el año 2013, Peñíscola posee un patrimonio natural y arquitectónico singular que se ubica en un estratégico enclave. Así, sus múltiples monumentos y orografía lo han convertido en un destino preferente para quien visita la Comunitat Valenciana, así como en un escenario de privilegio para producciones televisivas y cinematográficas. 

Las estrechas calles empedradas de su Casco Antiguo descubren mágicos rincones como el Castillo del Papa Luna, monumento histórico artístico nacional en el que vivió Benedicto XIII desde la segunda década del siglo XV, convirtiéndolo en una de las tres únicas sedes papales que hay en el mundo. Vestigios de una época en que Peñíscola fue testigo del Cisma de Occidente, la rebelión de las Germanías al servir de refugio o la Guerra de Sucesión, tras la cual fue reconocida como ciudad bajo títulos como “fidelísima ciudad”. 

Otro de sus grandes encantos son las murallas renacentistas, una de las fortificaciones más emblemáticas del arco mediterráneo que sirvió para combatir la piratería y la amenaza turca durante el siglo XVI, así como sus playas, calas y parajes del Parque Natural de la Sierra de Irta. Escenarios idílicos que han sido capaces de atraer a directores, localizadores y productores de diferentes lugares del mundo.

Un, dos, tres… ¡Acción!

La conexión entre Peñíscola y el séptimo arte se remonta a principios del siglo XX, cuando el set de rodaje de la película “Ana Kadova” se instaló en la ciudad en el año 1913. Sin embargo, fue la superproducción del largometraje “El Cid” la que internacionalizó la localidad con un elenco protagonizado por artistas de reconocido prestigio como Charlton Heston o Sophia Loren. 

Desde entonces, numerosas fueron las películas que los directores españoles Berlanga Calabuch y París Tomboctú filmaron en el municipio del Baix Maestrat. En total, la pequeña “isla” de Peñíscola ha sido escenario de hasta 22 filmes. 

Actualmente, las series televisivas han tomado el relevo y, como en el caso anterior, han hecho de Peñíscola el marco perfecto para desarrollar las historias de producciones españolas como “El chiringuito de Pepe” y “El ministerio del tiempo” o la mundialmente conocida y exitosa “Juego de Tronos”, en la que la localidad es un enclave destacado y representa a la ciudad libre de Meereen.

Tal es la expectación que este reinventado plató cinematográfico genera, que el ayuntamiento ha puesto en marcha la ruta turística “Peñíscola de cine”, un itinerario por los espacios más representativos de la ciudad. A través de ella se pueden descubrir curiosidades sobre sus rodajes y cómo la industria ha retratado una Peñíscola que a veces cuesta reconocer, ya sea por el tiempo que ha pasado o por los decorados añadidos a la belleza natural del municipio castellonense.

Cultura gastronómica marinera

Peñíscola presume de poseer una cultura gastronómica predominantemente marinera por su influencia con el Mediterráneo. Así, las recetas protagonistas de su cocina incluyen productos de cercanía como pulpos, rape, cañadillas o cigalas con los que se elaboran populares platos como el “all i pebre” de pulpo o rape, el “remescló”, el “arrosejat” o su olleta típica. 

El pasado mes de noviembre presentaron la décima edición de sus Jornadas Gastronómicas de Cocina Tradicional en la que diversos restaurantes de la localidad ofrecieron recetas que defendieron la identidad culinaria de Peñíscola.